"Después de cuatro años de preparación del programa de judicatura, ante la alternativa de continuar con la preparación y presentarme al examen de oposición o dedicarme al ejercicio de la abogacía, decidí esto último. Tras la práctica en un prestigioso bufete, inicié en solitario el ejercicio profesional, hace más de cincuenta y tres años. En el curso del tiempo, y tras años de preparación en sus respectivas especialidades en derecho, se incorporaron al bufete mis hijos. Ellos aportaron un nuevo entusiasmo y la fuerza de su juventud, así como los conocimientos que la evolución del derecho exige. Cuando mi nieta forme parte de este bufete, será la tercera generación. Desea que resuma las experiencias y vicisitudes que he vivido en el largo camino que he recorrido en el ejercicio de la abogacía. Le transmito que son muchas las satisfacciones, contrariedades y disgustos que he recibido y sufrido en el ejercicio de la abogacía. Pero han merecido la pena. Todas forman parte del tributo que debe pagarse si te dedicas a esta dignísima profesión, que contribuye, en gran medida, al sostenimiento de la paz y armonía sociales."